OTRO AMOR PARA MÍ COLECCIÓN...
No
hacía falta que me le presentaran, ya le conocía. Le había visto tantas veces…
La primera vez fue en una librería, se cruzaron nuestras miradas desde el
escaparate y sentí un flechazo explosivo. Ahora le tenía en frente, mí corazón
se aceleraba por su cercanía, tenerle tan cerca de mí provocaba que se secara mí
boca y me temblaran las piernas. Tenía que hacerle mío, no estaba dispuesta a
dejar pasar un día más sin tenerle para mí cuando me apeteciera. No pude
evitarlo y me llevé al que sería mi amante a mi casa. Esperé a que se hiciera
de noche para sacarle de mi habitación. Le había escondido en mi armario, como
se esconde a los amantes. Me fui al salón con él, apagué la luz y encendí una
pequeña lámpara de pie. Me acomode en el sofá con él entre mis brazos. Ya desde
el comienzo me hacía suspirar solo con su presencia, su suave tacto y su aroma…
¡Qué delicia! Desde luego era de los que enganchaba desde el principio. Creo que
sería incapaz de dejarle hasta el amanecer. “Amor mío, no sabes cuánto tiempo
estuve esperándote… ¡Oh! Cariño me hacías tanta falta, creía que jamás volvería
a sentir unos labios besar los míos, nunca una manos acariciaron así mi cuerpo.
¡Te deseo tanto! Hazme tuya…” “Eres tan bella, tan sensual… no sé cómo he
podido estar sin ti todo este tiempo ¡Te amo! Y voy hacerte mía” Su voz tan
varonil y sensual me atraía como un imán, sus manos eran ávidas en mí cuerpo y
su boca, donde la posara, donde me besara sentía una explosión de placer. Sofocada
le abrace contra mí pecho, le necesita más cerca, era mi amante perfecto. Pero
ahora no podía parar, le puse de nuevo en la posición ideal y me dejé llevar.
En verdad era maravilloso, fuerte, decidido… un caudal de sensaciones
placenteras recorrió mis venas cuando le sentí pegado a mí… ¡oh, sí! Sabía que
había hombres así, me estaba volviendo loca, su pasión desbordante hacia que me
elevara y llegara al séptimo cielo. Le abracé de nuevo contra mí pecho jadeante,
necesitaba saborear toda la ternura que él exalava. Me amaba, estaba segura, mi
amante me amaba y yo le deseaba.
Durante
las horas que siguieron continué inmersa en él, dejándole fluir de nuevo en mí
interior, acaparando todos mis sentidos, era único y especial. Pero como todo
lo bueno se acaba, su final lo vaticinó la aurora que anunciaba el día. Suspiré
cuando le alejé de mí, estaba satisfecha, había llegado con él hasta el final.
Me levanté del sofá con él entre mis brazos.
Besé la
cubierta donde se dibujaba su rostro y le dejé entre el resto de mis libros.
Me habían dicho que era muy bueno, pero no me advirtieron, que un libro, me
podía enamorar.
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