A LAS NUEVE DE LA NOCHE...

He llegado a mi casa, son apenas las nueve de la noche.

   Mi madre está terminando de hacer la cena y preparando la comida para el día siguiente. Yo me siento en la silla de la cocina y me pongo a pelar patatas. Mientras mi madre me relata lo ocurrido a la vecina...

   - Pobre mujer, se le han quemado todas las lentejas... claro, como su niña es un trasto y no le ayuda nadie...menudo susto, le ardía el puchero...

  Ella sigue con su relato, y yo, pelando patatas y dejando volar mi pensamiento...

   "Si supieras madre, hoy estuve con él. No te lo cuento, pues sé que no te gustan mis encuentros con mi novio. Pero hoy me ha dicho que me ama, ¡madre, qué me ama! ¡Qué se quiere casar conmigo! Me ha regalado un anillo, no lo llevo puesto, me lo escondí dentro del sostén para que no me preguntes de dónde he sacado eso... Si supieras madre, que beso... un beso de amor, de esos que se dan en las películas -miro a mi madre que no deja de relatarme el suceso y sonrío- Si supieras madre... cuando ha posado sus labios en los míos, se me desbocó el corazón y me ardieron las mejillas. ¡Qué abrazo madre! Hemos pensado que ya que tenemos seis meses de novios, podemos vernos todos los días... un rato, cuando yo salga de servir y el de recoger el arado.El domingo; después de misa, hablara con mi padre. Madre, que tarde tan hermosa... me ha cogido de la mano y así hemos paseado por el pueblo. Nos han mirado algunos, pero que importa eso...-Miro a mi madre de nuevo.

Ella se ha callado y me mira algo seria.

  - Hija, si sigues pelando patatas daremos de comer a un regimiento -decía señalando el montón de patatas a mi lado.
   - Vaya, me quede ensimismada oyendo lo que me decías...-mentí.
   - Anda, ahora habrá que partirlas para hacer un par de tortillas -comentó.

Me dispuse a coger las cebollas, pero ella me apartó la mano...

  - Deja ya las pico yo, que igual a ti se te va el santo al cielo y picas tantas que nos da a las dos un sofocón -nos reímos las dos- y dime, ¿qué es eso que te tiene con una sonrisa casi todo el tiempo? -me preguntó levantado una ceja.
  - Nada especial madre, soy feliz y eso me hace sonreír -respondí cauta.
  - Anda ve poniendo los platos en la mesa, que no tardan en venir tu padre y tus hermanos del campo... y ya sabes, lo cansados que llegan.

  Salgo de la cocina, si no fuera porque estoy muy contenta, le hubiese renegado a mi madre, pues si ella cree que nosotras no estamos cansadas de fregar, lavar, coser y planchar... ella en casa y yo en la ajena, para cuatro duros que me pagan... y encima, tengo que servir en casa. Vuelvo a la cocina a coger el pan y la miro...

  "Cómo me gustaría poder contarte cómo me siento y darte la noticia. Pero hoy la guardo para mí, para disfrutarla yo solita" 

Suelto el pan y la abrazo, la beso en la mejilla.

 - Hija, ¿y este arrebato de cariño? -pregunta mi madre sorprendida.
 - Que te quiero madre, hacía mucho que no te lo decía.
 - ¡Ay! mi niña que tonta estás... 

Yo sigo llevando los cubiertos a la mesa y sonriendo sin parar.
  

Comentarios

  1. En ese libro de páginas amarillentas tienes escondidos buenos relatos que creo van a sorprendernos mucho. Besos

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